Este recurso informativo se ha recopilado para ayudar a los profesionales sanitarios con el manejo de recién nacidos, bebés y niños con sospecha o confirmación de COVID‑19. Esta información no tiene por objeto sustituir las recomendaciones o requisitos de las estrategias del hospital de su localidad.
Este recurso se refiere a las pautas de la Organización Mundial de la Salud (OMS)1. Utilice el enlace que encontrará en este recurso para estar seguro de acceder a la recomendación más actualizada de la OMS.
Los patrones epidemiológicos y clínicos de la COVID‑19 siguen sin estar claros, particularmente en los neonatos, los lactantes y los niños.
- En la población de los neonatos, varios estudios han hallado que el riesgo de transmisión vertical de la COVID-19 al nacer es poco probable y que existe un bajo riesgo de que los bebés se infecten al nacer, incluso si nacen de una madre positiva en COVID-192-5.
- En un estudio sobre 2143 pacientes pediátricos con sospecha o confirmación de COVID‑196, se observó que:
- El 94 % de los pacientes pediátricos fue diagnosticado de asintomático, leve o moderado.
- El 5,9 % de los pacientes pediátricos fue diagnosticado de grave o crítico, en comparación con el 18,5 % en los pacientes adultos. En este estudio se notificó la muerte de un paciente de 14 años.
- Estudios posteriores publicados fuera de Europa7 y los Estados Unidos8 han corroborado estos primeros datos de China:
- Un pequeño porcentaje de todos los casos de COVID-19 se da en niños (un 1,7 % en los datos de Estados Unidos, a pesar de representar el 22 % de la población de los Estados Unidos, y un 1,2 % en los datos de Italia).
- Pocos pacientes pediátricos son diagnosticados de enfermedad grave o crítica, y solamente se ingresa al 2 % en la unidad de cuidados intensivos pediátrica (UCIP) según los datos de Estados Unidos.
- Solamente se registraron tres muertes (<0,2 % de los pacientes pediátricos) en los datos de Estados Unidos, y no se registró ninguna muerte en la población pediátrica del estudio italiano.
En la mayoría de los casos pediátricos, no hay pruebas que sugieran la necesidad de cambiar las decisiones terapéuticas. La atención debe surgir del cuadro clínico inicial fisiológico y preexistente del paciente, junto con las estrategias actuales contrastadas de tratamiento respiratorio.